La mejor música para su boda.
El propósito de esta sección es ilustrar a nuestros clientes acerca del repertorio existente para cada instante de la ceremonia nupcial, así como para todo tipo de eventos susceptibles de ser realzados con música, ampliando dicha información con comentarios, datos, anécdotas, etc., en un intento de hacerla lo más amena posible. Naturalmente, son muchas las parejas que saben lo que quieren escuchar el día de su boda, mientras que algunas, aun teniendo preferencias musicales claramente definidas –de otro modo, no contratarían músicos para una ocasión tan señalada-, no siempre aciertan a comunicárnoslas, bien por dudas a la hora de identificar las piezas por su nombre o autor, bien por temor a que dichas preferencias desentonen en el contexto. El caso es que, ya sea por una razón o por otra, debéis aseguraros de que lo que escojáis se corresponda al cien por cien con vuestros gustos y que, al tiempo, encaje en el protocolo. Que no os pase como a una novia que nos contrató –nuestras normas de discreción y confidencialidad nos impiden publicar su nombre (se dice el pecado, pero no el pecador)- y que eligió para su entrada en la iglesia la música de la banda sonora de una película determinada cuyo título nos facilitó (el título de la película; no el de la música). Tal fue el grado de imprecisión de su encargo por escrito. Pero Gonzalo, que se crece ante los desafíos, a pesar de disponer solamente de una reseña, cuando menos, insuficiente, antes de importunar a la novia para que le aclarara el título de la pieza musical, su autor, o algún otro dato para su identificación un poco más concreto, prefirió realizar una búsqueda exhaustiva por Internet, e incluso escudriñó los créditos de dicha película hasta dar con la pieza en cuestión, que resultó ser una canción ligera bellísima, aunque poco apropiada para la presentación de la novia ante sus familiares y amigos, recorriendo la alfombra camino del altar del brazo de su padrino, ataviada con un costosísimo y favorecedor vestido pensado para sorprender gratamente, momento que podía verse deslucido por un fondo musical bonito, pero inadecuado para la apertura de la liturgia. Seguramente el estilo de la mencionada canción habría encajado mejor en el cóctel, o incluso en algún otro instante de la ceremonia religiosa: por ejemplo, en las firmas (probablemente, a estas alturas del relato, os estaréis preguntando de qué canción estoy hablando, pero repito que no puedo facilitaros más pistas –que podrían conducir a la inequívoca identificación de la cliente-, entre otras cosas, porque si la protagonista de la anécdota llegara a leer estas líneas, podría sentirse molesta, y nada más lejos de nuestra intención). Lo cierto es que Gonzalo volvió a ponerse en contacto con la novia para asegurarse de que esa, y no otra, era su elección, y, en caso positivo, sugerirle -dada su dilatada experiencia musical y como empresario del ramo- dejarse aconsejar, al menos en lo tocante a ese momento tan señalado del acto. Entonces la novia respondió disipando las dudas de Gonzalo adjuntándole un enlace de YouTube con la pieza escogida en realidad, que resultó ser el celebérrimo Air de la Suite en Re de Johann Sebastian Bach, y que también aparece en la película de referencia –aunque prácticamente inadvertido, todo hay que decirlo-. Es decir, nada que ver con la canción ligera objeto de confusión.
Luego ella no se había equivocado en su elección; todo lo contrario: había acertado plenamente (una música pausada, armoniosa, conocida del gran público, cuyo pulso se ajusta perfectamente al paso solemne de la novia y el padrino… [¿qué más se puede pedir?]). Simplemente hubo un problema de comunicación. Sin embargo, ¿os imagináis qué habría podido pasar en la ceremonia de haber sonado a la entrada de la novia en la iglesia la mencionada canción ligera, en lugar de Bach? Sorpresa en las caras de los invitados, pero estupor y desconcierto en la de la novia, ya de por sí bastante alterada por los acontecimientos de un día tan singular y ajetreado. Gracias a la perseverancia de Gonzalo a la hora de complacer a los novios se pudo evitar el equívoco.
Por eso, para ahorraros semejante trance –con la consiguiente frustración que nos causaría, como empresa y como músicos)- queremos que seáis conscientes del alcance de un paso en falso y de las posibles consecuencias desagradables que conlleva un inoportuno malentendido de estas características. De ahí que sea fundamental la fluidez en la comunicación, de la que participáis inevitablemente. Solo pretendemos que comprendáis que la responsabilidad de la programación es conjunta, compartida, por lo que apelamos a vuestra implicación para poder prestaros un servicio óptimo. Por lo demás, no os preocupéis: estamos acostumbrados a desentrañar vuestras indicaciones en materia de gustos musicales por muy vagas que sean y a conjugarlas con lo que procede en cada ocasión. Somos expertos en eso -como en tantos otros aspectos de la organización de un evento de esta naturaleza-, sabedores de que los preparativos de vuestra boda (de toda índole, no solamente los musicales) pueden llegar a desbordaros. ¡Pero, si precisamente para eso estamos: para aliviaros la carga!
[jamiesocial]